Con el paso de los días las cosas se van aclarando. Ayer el Club recibió un Carta Documento de Román en donde intima pagos adeudados y justifica sus faltas al entrenamiento debido a un estado gripal del cual dice tener certificados médicos.
Seguramente dicha carta redactada por un abogado y firmada por el jugador, sea respuesta a otra que el Club le envió intimándolo a que regularice su situación laboral.
Y a esta altura nadie cree ni que Román estuviera enfermo ni que el Club jamás hubiera acordado un "contrato por imagen" cuando el jugador estampó su firma para el regreso.
Lo que nadie dice, porque en realidad a nadie le conviene, es que seguramente el jugador pidió que dicho contrato sea en dólares y la Comisión Directiva debe haber accedido oportunamente.
Y esto debe ser así porque Román viene de primera división en donde estas cláusulas son moneda corriente y debe haber querido trasladarlas aquí.
Para los "humildes" del ascenso, los contratos son en pesos, patacones o lecop.
Obviamente Román no quiere decir que exigió una cláusula dólar porque el hincha "no entendería". Y el dirigente que accedió y firmó tampoco quiere que se sepa porque en este país es una irresponsabilidad total asumir ese compromiso en un club como el nuestro.
Con la disparada del billete americano, el jugador exigió su ajuste y el Presidente Alberto Meyer se lo negó.
El error más grosero de Román fue concurrir a agremiados sin tener en su poder el contrato en cuestión, ya que el único que posee es el que está registrado en A.F.A. que es sólo por una parte de su sueldo y en pesos.
Obviamente en el Club desconocen la existencia del segundo contrato y en el juego de las mentiras, ahora es ver quién miente menos o mejor.
Pero lo que jamás esperaba Román Martínez es la repercusión en las redes que tuvo este hecho y cómo fue atacado y criticado desde diversos sectores.
Seguramente Meyer y su Comisión no hayan sido tan golpeados, pero sí han sido tan responsables como el jugador por este conventillo berreta en el que se vio envuelto el Club.
En resúmen: Román es hincha fanático del Gallo (y lo ha demostrado en muchas oportunidades) pero es un profesional que vino a continuar su carrera en el club de sus amores, firmando un contrato que quizás para él sea bajo pero no debía desconocer que para el club y la categoría era el más honeroso.
Y la dirigencia de Morón ha demostrado ineptitud a la hora de arreglar un contrato en dólares con tal de que la "estrella" regrese al club de sus amores.
Amores que matan, decía la abuela.
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