viernes, 2 de junio de 2017

La tarde soñada

Qué decir, si alguno dudaba todavía del horóscopo chino, llámese a la realidad y ríndase a los hechos. 

Ayer Deportivo Morón dio una lección de entereza, actitud, carácter y entrega. En definitiva dio cátedra de fútbol. Si bien Walter Otta armó un "once" con apellidos que juegan siempre (Racca, Nico Martínez y Guzmán), otros que hoy son primeras alternativas (Angellotti, Broggi, Pardo, Toledo y Rossi) más tres debutantes casi absolutos (Perales, Jerez y Tabak), el funcionamiento colectivo fue el mismo que el técnico busca cada jornada sin resentirse en nada la estructura.

Morón le pasó literalmente el trapo a un equipo que cada fin de semana viene de "codearse" con el fútbol mayor de la Argentina. Con puntos muy altos como Nico Martínez, Racca, Toledo y Guzmán (sorpresivamente una grata alternativa de doble cinco), el resto superó con amplitud la media y dejó como tope del podio a un MATÍAS PARDO que fue el brillante de la tarde en Bánfield, haciendo estragos en la defensa del Patrón y generando peligro tras peligro en el arco de Bértoli.

Es por ello que no extrañó que a los '26 del primer tiempo, luego de una serie de tiros de esquina, DAMIÁN TOLEDO de espaldas al arco metiera una chilena al ángulo. Y no extrañaba por el desarrollo, sí por el autor y la forma. Pero simplemente fue una muestra de superioridad en todos los sectores del terreno, con un Tabak que se calzó por primera vez la del Gallo y nada menos que la "10", un Maximiliano Jerez que con el paso de los minutos fue ganando confianza y se animó hasta a algunos lujos cuando se corrió más hacia el medio del campo. Rossí una pesadilla para los centrales rivales, si bien la lucha fue pareja, no los dejó respirar y estuvo en dos oportunidades muy cerca de marcar.

Hasta que en el complemento, y también a los '26, Valentín Perales (otro que arrancó titubeando y de a poco se puso firme) pescó un desvío en el segundo palo luego de un córner y estampó el segundo grito.

De allí al final sólo hubo un equipo, y para colmo de males de Patronato, apareció un Mauricio Del Castillo que nos dejó sorprendidos por su juego. Ojo porque si ese es su nivel, estamos hablando de algo muy serio. En algún momento pensábamos que era su hermano ( el "Kun" Agüero) el que había entrado.

En síntesis, la inmensa cantidad de gente que copó Banfield se fue orgullosa y casi sin voz luego de lo vivido a lo largo de los '90 de juego.

Dos párrafos aparte. Uno para Otta, que se emocionó con el funcionamiento y el canto que bajaba de la popular arengando a la futura vuelta de su mano. Otro para el público. Morón nunca estará solo. Imponente marco de cantos y color que redondearon una tarde perfecta.

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